SILOS Y LA YECLA

El monasterio de Santo Domingo de Silos está situado en el valle de Tabladillo, a orillas del río Mataviejas. Preside la localidad a la que da nombre. Aunque sus orígenes se pueden rastrear a finales del siglo VI en un modesto cenobio visigótico, las fuentes documentales dejan constancia, ya en el siglo X, de la existencia del monasterio silense, cuyo titular era el mártir San Sebastián. Es la época de la Castilla de Fernán González.

A partir del siglo XI se multiplican las fuentes que nos hablan del lugar, aunque el panorama que presentan es desolador. A las escaramuzas de las tropas árabes se había sumado el desencanto de sus escasos moradores. Pero la situación va a cambiar radicalmente cuando Domingo Manso, conocido con posterioridad como Santo Domingo de Silos, se hace cargo en 1041 del cenobio silense.

Santo Domingo de Silos

La tradición oral sitúa el nacimiento del santo en el año mil en la pequeña villa riojana de Cañas que, en aquella época, pertenecía al reino de Navarra. Después de ejercer de pastor del rebaño familiar, se entrega a los estudios eclesiásticos. Es ordenado presbítero a la temprana edad de 26 años. Después de una breve experiencia eremítica, llama a las puertas del monasterio de San Millán de la Cogolla. La abadía vivía un momento muy próspero, con numerosos monjes y una muy activa vida cultural. Allí, santo Domingo se dedicó a la formación de los niños del monasterio hasta que se le encomienda la restauración del priorato que San Millán tenía en Cañas.

Tras conseguir su objetivo, vuelve a San Millán como prior mayor. Pero un enfrentamiento con el entonces rey de Navarra, don García, le obliga a tomar el camino de Castilla, donde Fernando I, tal vez movido por los ruegos del padre del Cid Campeador con posesiones en la zona, confía a Domingo el monasterio de San Sebastián de Silos. El obispo de Burgos bendice al nuevo abad en las primeras semanas del año 1041.

Durante sus 33 años de gobierno restauró el cenobio, planificó en estilo románico las nuevas obras del claustro, la iglesia y demás dependencias, revitalizó el scriptorium, recuperó la estricta observancia de la regla benedictina y situó el monasterio como uno de los más importantes desde el punto de vista cultural, económico, político y religioso del reino castellano.

Del scriptorium de Silos sale, a fínales del siglo XI y principios del XII, una versión del Beato de Liébana, el conocido como Beato de Silos. Actualmente se conserva en la British Library de Londres. También de aquí salieron las Glosas Silenses, una de las primeras manifestaciones escritas en lengua castellana.

Domingo murió el 20 de Diciembre de 1073. Fue enterrado en el ala norte del claustro. Muy pronto, debido a los numerosos prodigios atribuidos a su intercesión fue elevado a los altares y trasladado a la iglesia, donde en la actualidad se conservan sus reliquias. Su culto se extendió rápidamente, llegando a ser uno de los santos más venerados de la Península.

Su sucesor, el abad Fortunio, fue el responsable de la finalización de las obras de la iglesia y el claustro. La primera, que se convirtió en uno de los más destacados ejemplares del románico español, fue sustituida a mediados del siglo XVIII por el actual templo trazado por Ventura Rodríguez en estilo neoclásico. Sólo se conserva de la primitiva fábrica la puerta de las Vírgenesque comunicaba el brazo meridional del transepto con el claustro. Esta puerta está datada hacia el año 1120 y destaca por su arco de herradura de tradición mozárabe, por las originales formas que decoran los fustes de las columnas y por los motivos decorativos de los capiteles que se aproximan a lo caricaturesco.

Mejor suerte corrió el que se ha convertido en el emblema del monasterio y en una de las obras cumbres del arte cristiano medieval europeo: el claustro románico de Santo Domingo de Silos. ¿Te animas a descubrirlo con nuestros guías?

Claustro de Silos

Presidido por su famoso ciprés, el claustro de Silos transmite a todos sus visitantes una mezcla de sensaciones provocadas por la armonía de las formas y el equilibrio entre el espíritu y la capacidad creadora del hombre. Excepcional en la existencia de doble piso con perfecta unidad de estilo, a pesar de la diferencia cronológica en su terminación, y sorprendente por su conjunto escultórico, es uno de los ejemplos más hermosos de todo el arte románico.

El claustro de Silos es un cuadrilátero irregular. Las galerías meridional y septentrional son más largas, unos 33 metros de longitud y 16 arcadas. Las que se abren al este y al oeste son un poco menores y cuentan con 14 arcos cada una. Conforman un conjunto de 60 arcos de medio punto que descansan sobre columnas pareadas. En los centros de las galerías se organizan apoyos de cinco columnas, salvo en el ala oeste donde se sitúan cuatro columnas torsas. Un podio corrido, que se interrumpe en dos puntos, sirve de arranque a las columnas.

Los 64 capiteles, dobles en su mayoría y labrados con técnica refinada, son capaces de ofrecer una belleza plástica insuperable. La enorme imaginación temática abarca desde animales reales y mitológicos, alegorías de vicios y virtudes, hasta motivos florales o puramente geométricos. Únicamente se conservan dos capiteles historiados con escenas bíblicas. En uno, sobre las columnas torsas centrales y muy deteriorado, vemos escenas de la Pasión de Cristo: la Entrada en Jerusalén, el Lavatorio de pies y la Última Cena. El otro representa el Ciclo de la Natividad: la Anunciación, la Visitación, la NatividadÁngel anunciado a los Pastores y la Huida a Egipto.

En las esquinas del claustro se ubican ocho relieves, trabajados en bloques monolíticos de piedra caliza, con portentosas escenas del final de la presencia de Cristo en la tierra. Destacan los que representan a los Discípulos de Emaús y la Duda de Santo Tomás.

Aunque durante mucho tiempo se ha discutido sobre las fechas de inicio de las obras del claustro y sobre los talleres o artistas que han intervenido en ellas, todo parece indicar que en las galerías este y norte ya se estaba trabajando durante los últimos decenios del siglo XI y que han intervenido en su ejecución, al menos, tres maestros:

– El conocido como Primer Maestro de Silos se encargaría de la realización, en los últimos años del siglo XI, de los relieves de la Ascensión de CristoPentecostésSanto EntierroResurrecciónDescendimientoDiscípulos de Emaús, y Duda de Santo Tomás, así como los capiteles de las crujías este y norte, y parte de la oeste. Los relieves de la primera fase tienen gran capacidad de síntesis narrativa. Incluyen en un solo único relieve varias escenas consecutivas. Las escenas se enmarcan por columnillas corintias que sustentan un arco de medio punto. Se caracterizan por un bajorrelieve plano, figuras hieráticas y repetidas sujetas a la ley de isocefalia y al principio de jerarquía, con Cristo con nimbo crucífero.

– El Segundo Maestro es el responsable, ya durante el siglo XII, del resto de los capiteles de la galería oeste y de los relieves del Árbol de Jesé y de la Anunciación y Triunfo de María. Las figuras desbordan ya el marco, tienen más volumen, con formas más redondeadas y mayor movimiento, realismo y expresividad. Unas características que están ya anunciando el gótico.

– Ejecutaría el claustro del piso superior un Tercer Maestro a principios del siglo XIII.

En el centro de la crujía norte quedan restos de la tumba antropomorfa donde fue enterrado Domingo Manso, en 1073. Sobre el sarcófago se levantó en el siglo XIV una laude (tapa) sepulcral, soportada por tres leones, con la efigie pontifical del Santo. En el muro se ha abierto un profundo hueco, a modo de arcosolio, presidido por un relieve policromado del siglo XIII, donde el Santo Abad de Silos figura redimiendo a los cautivos de las mazmorras musulmanas. De ahí las cadenas y grilletes que acompañan al modesto retablo.

Junto al actual acceso a la iglesia, está la Virgen de Marzo, como trono del Niño. Escultura de bulto redondo, frontal e hierática, y que conserva parte de su policromía. Obra románica tardía, apuntando ya características  góticas, del último tercio del siglo XIII.

Otro elemento de interés del claustro bajo de Silos es el alfarje mudéjar, de finales del siglo XIV, que lo cubre. Se conserva parte del ala norte, toda la occidental y la sur. El resto es una buena copia realizada por los propios monjes a finales del siglo XIX.

A la habitual decoración pictórica de temática geométrica y vegetal le acompañan una serie de interesantes escenas profanas costumbristas de la época bajomedieval: ganadería, caza, tauromaquia, amén de otras de tipo alegórico.

No podemos abandonar el claustro sin dedicar unas líneas a su emblemático ciprés, plantado en 1882 por los monjes benedictinos franceses que se instalaron dos años antes en la abadía. El poeta Gerardo Diego, miembro de la Generación del 27, le va a dedicar su más célebre poema:

Enhiesto surtidor de sombra y sueño

que acongojas el cielo con tu lanza. 

Chorro que a las estrellas casi alcanza

devanado a sí mismo en loco empeño.

Mástil de soledad, prodigio isleño,

flecha de fe, saeta de esperanza.

Hoy llegó a ti, riberas del Arlanza,

peregrina al azar, mi alma sin dueño.

Cuando te vi señero, dulce, firme,

qué ansiedades sentí de diluirme

y ascender como tú, vuelto en cristales,

como tú, negra torre de arduos filos,

ejemplo de delirios verticales,

mudo ciprés en el fervor de Silos.

Botica y museo

En la panda sur del claustro están ubicados la botica y el museo. El museo ocupa el antiguo refectorio. Expone obras de arte relacionadas con el cenobio, piezas de pintura, escultura, orfebrería… Destacar el Cáliz de Santo Domingo, obra mozárabe de plata dorada del segundo tercio del siglo XI, y una arqueta relicario adscrita por los especialistas al taller de Limoges o al del propio Silos, fechada entre los siglos XII y XIII.

Junto al museo, está la que fue botica del monasterio que también contaba con jardín botánico, laboratorio farmacéutico y biblioteca especializada. Es de principios del siglo XVIII. Del botamen se conservan unos cuatrocientos jarros de loza realizados expresamente para Silos, con el escudo del monasterio. En la biblioteca sobresale un magnífico Dioscórides de 1525, con excelentes dibujos de animales y plantas.

Actualmente el monasterio acoge todavía a una activa comunidad, herederos del grupo de monjes benedictinos franceses que, provenientes de la abadía de Ligugé y dirigidos por Dom Guépin, se instalan en la abadía silense en 1880. Gracias a ellos, el monasterio de Silos se salvó de la ruina a la que se veía abocado tras la Desamortización de Mendizábal (1835).

Si visitas el monasterio de Silos, te recomendamos también escuchar una de sus más extraordinarias señas de identidad. Nos referimos al canto gregoriano, cantado en este lugar por los monjes benedictinos desde hace siglos.

La Yecla

En las proximidades de la localidad de Santo Domingo de Silos se localiza el Parque Natural de la Yecla. Es una profunda y estrecha garganta modelada en los materiales calizos que caracterizan el relieve de las Peñas de Cervera, de abruptos escarpes con gran diversidad de formas.

El angosto desfiladero, horadado por la acción de las aguas del arroyo El Cauce durante millones de años, tiene zonas con una anchura que apenas llega a los dos metros. En las cumbres anidan más de 100 parejas de buitre leonado.

El desfiladero está incluido en el Espacio Natural de la Yecla y los Sabinares del Arlanza, que abarca más de 26.000 has. e incluye el valle medio del Arlanza, las Peñas de Cervera, el Cañón del río Mataviejas, la Meseta de Carazo, el Monte Gayubar y las Mamblas.

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